Los vecinos de San Purrín de la Sierra, en Galicia, votaron por “Don Bigotes”, un gato callejero, como alcalde honorario del pueblo.
Aunque no tiene funciones oficiales, preside las reuniones del ayuntamiento (desde una silla especial) y se ha convertido en atracción turística. “Miau es ley”, dijo en broma un concejal.